Pruebas
Hyundai Inster
Con 3,82 metros de largo, el Inster entra de lleno en el segmento A, pero sus proporciones cuentan otra historia
El Hyundai Inster es de esos coches que, cuando los ves en foto, parecen un juguete simpático… y cuando te paras a mirar los datos, te das cuenta de que va muy en serio. La marca coreana ha decidido que su puerta de entrada al mundo eléctrico no sea un simple “utilitario con enchufe”, sino un pequeño SUV urbano con personalidad propia, tecnología de coche grande y una autonomía que, sobre el papel, deja en evidencia a muchos modelos de tamaño superior.
Con 3,82 metros de largo, el Inster entra de lleno en el segmento A, pero sus proporciones cuentan otra historia: cintura alta, pasos de rueda bien marcados, frontal muy vertical y esa postura al volante ligeramente elevada que tanto engancha a quien se acostumbra a un SUV. Es como si alguien hubiera reducido un B-SUV a escala urbana, pero sin perder la sensación de ir “en coche de verdad”. La firma lumínica de tipo píxel, muy en la línea de los IONIQ, le da además ese toque futurista que, en un eléctrico, siempre suma.
Hyundai no se ha conformado con hacer un coche simpático por fuera y ya. Al abrir la puerta, el Inster sorprende por un interior que juega muy bien sus cartas. La batalla de 2,58 metros y el suelo plano típico de los eléctricos permiten un habitáculo mucho más amplio de lo que uno esperaría viendo las dimensiones exteriores. La banqueta trasera, además, se puede deslizar unos 16 centímetros, lo que permite elegir si quieres más espacio para las piernas o más maletero, que oscila entre unos 238 y 351 litros según esa posición, y que puede superar los 1.000 litros abatiendo los asientos. No está nada mal para un coche que aparca en huecos donde otros ni lo intentan.
La modularidad es, de hecho, uno de los grandes trucos del Inster: los asientos pueden dejarse prácticamente planos, lo que abre la puerta a cargar objetos largos con facilidad o incluso improvisar una superficie de descanso para una escapada. Es el típico detalle que no sueles encontrar en un urbano eléctrico “de batalla” y que aquí le da un plus de coche práctico, de compañero de vida más que de simple herramienta para ir al trabajo.
En el apartado tecnológico, Hyundai ha querido que el acceso a su gama eléctrica no se sienta “básico”. Desde los acabados principales, el Inster presume de doble pantalla de 10,25 pulgadas: una hace de cuadro de instrumentos digital y la otra se encarga del sistema multimedia, todo ello integrado en un mismo plano, con un diseño limpio y muy en la línea de los modelos más modernos de la marca. La conectividad con el móvil, las funciones online y la navegación están a la altura de lo que se espera hoy en día, sin necesidad de irse a versiones tope de gama.
Donde más sorprende es en el arsenal de ayudas a la conducción. El paquete de asistentes incluye frenada automática de emergencia, asistente activo de carril, control de crucero adaptativo con función Stop & Go, alerta de tráfico trasero y otras tantas funciones que hace poco eran patrimonio exclusivo de compactos y SUV de mayor segmento. Todo ello refuerza la sensación de ir en un coche moderno y bien armado, aunque por fuera parezca el “pequeño de la familia”.
Debajo de esa carrocería de mini-SUV eléctrico se esconde una gama mecánica sencilla pero bien pensada. El Inster se ofrece con dos motores eléctricos: uno de unos 97 CV asociado a una batería de 42 kWh, y otro de 115 CV ligado a una batería de 49 kWh. La diferencia no es solo de potencia, también de alcance: la versión básica ya firma en torno a los 300–320 km de autonomía WLTP, mientras que la de batería grande puede rondar los 350–370 km. Traducido a la vida real, significa que, en el entorno para el que está pensado —ciudad y alrededores—, muchos usuarios podrán pasar varios días sin necesidad de enchufarlo, y en recorridos urbanos puros, la propia marca habla de cifras que pueden superar con holgura los 400–500 km gracias a la regeneración.
Las prestaciones no buscan romper cronómetros, pero sí ofrecer seguridad y aplomo. La velocidad máxima se sitúa en torno a los 140 km/h en la versión menos potente y unos 150 km/h en la superior. Más que suficiente para moverse por autopista sin sensación de ir forzado. La entrega instantánea de par y el silencio de marcha, como en todo eléctrico, hacen que cada arrancada en un semáforo sea particularmente agradable, y que los pequeños desplazamientos diarios se vuelvan mucho más relajados.
La carga es otro punto donde el Inster saca pecho frente a otros urbanos eléctricos. Admite recarga rápida en corriente continua, con potencias en torno a los 85–100 kW según versión, lo que le permite pasar del 10 al 80 % en unos 30 minutos si se conecta a un cargador adecuado. Es decir, el tiempo de un café y un repaso a las redes. Para el día a día, el cargador embarcado de 11 kW en corriente alterna hace que una noche enchufado en un wallbox doméstico sea suficiente para recuperarlo casi por completo. Y como guinda, incorpora tecnología Vehicle-to-Load (V2L), que permite usar el coche como fuente de energía para alimentar un patinete, un portátil o pequeños electrodomésticos, tanto desde el interior como desde una toma exterior. Ideal para quien se ve más en un camping con enchufe sobre ruedas que en una gasolinera.
En marcha, las primeras impresiones apuntan a un coche cómodo, con una suspensión más centrada en filtrar baches y badenes que en buscar un comportamiento deportivo, y un aislamiento notable para su tamaño. La dirección ligera y los asistentes hacen que maniobrar en ciudad sea casi un juego, mientras que en carretera mantiene el tipo con solvencia, siempre que se entienda que no está pensado para hacer mil kilómetros del tirón cada fin de semana, sino para un uso cotidiano con escapadas puntuales sin sobresaltos.
En resumen, el Hyundai Inster llega en el momento justo y con un mensaje claro: el futuro de la movilidad urbana no tiene por qué pasar por coches enormes ni por precios imposibles. Este pequeño SUV eléctrico condensa en menos de cuatro metros lo que muchos conductores piden hoy: eficiencia, cero emisiones, tecnología de última generación, practicidad real y un diseño que no se pierde en la masa. No aspira a ser el rey de la autopista, sino el aliado perfecto en la ciudad y sus alrededores. Y, viendo la letra pequeña, tiene argumentos de sobra para convertirse en uno de esos modelos que, sin hacer ruido, acaban marcando tendencia.
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